
Desabastecimiento global de Ozempic por su uso para adelgazar
El medicamento para la diabetes tipo 2, ahora convertido en fenómeno para perder peso, dispara la demanda y deja sin tratamiento a pacientes crónicos
El desabastecimiento de Ozempic (semaglutida), un medicamento originalmente desarrollado para tratar la diabetes tipo 2, se ha convertido en un problema de salud pública en España y numerosos países. Lo que comenzó como un tratamiento innovador para el control glucémico, ha pasado a ser un fármaco de moda entre quienes buscan perder peso rápidamente, incluso sin tener indicación médica.
Una demanda fuera de control
La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha alertado del uso no autorizado de Ozempic como fármaco para adelgazar, una práctica que ha disparado la demanda más allá de lo previsto. En redes sociales, influencers y celebridades han promovido el medicamento como una «solución milagro» para bajar de peso, sin tener en cuenta su propósito original ni las consecuencias de su uso fuera de indicación.
Este fenómeno ha provocado el agotamiento de existencias en farmacias, afectando directamente a los pacientes diabéticos que necesitan el fármaco como parte esencial de su tratamiento.
El precio del éxito: sin medicación para quienes sí la necesitan
Según expertos en endocrinología, los más perjudicados son los pacientes con diabetes tipo 2, quienes en muchos casos se ven forzados a cambiar de medicación o recurrir a alternativas menos eficaces y con más efectos secundarios. Además, el acopio de unidades por parte de clínicas privadas y la venta a través de canales online no regulados está dificultando el acceso en el circuito oficial de farmacias.
¿Por qué funciona Ozempic para perder peso?
Aunque su uso para adelgazar no está aprobado en todas sus presentaciones, estudios clínicos han confirmado que Ozempic es eficaz para la pérdida de peso, incluso en personas sin diabetes. Se estima que los pacientes pueden perder entre un 10% y un 15% de su peso corporal en tratamientos prolongados acompañados de dieta hipocalórica y ejercicio físico.
Esto se debe a su mecanismo de acción sobre el apetito: la semaglutida actúa sobre receptores que reducen la sensación de hambre, aumentan la saciedad y retrasan el vaciado gástrico. Además, mejora el control metabólico y puede contribuir a un aumento del gasto energético.
Una popularidad inesperada con graves consecuencias
La farmacéutica Novo Nordisk, responsable de su fabricación, ha reconocido que la demanda ha superado todas las previsiones, lo que ha generado cuellos de botella en la producción y un desabastecimiento que podría prolongarse durante meses. Aunque se están ampliando las instalaciones de producción, el problema no se resolverá de inmediato.
Medidas en marcha: ¿hay solución?
El Ministerio de Sanidad y la AEMPS han instado a priorizar el uso de Ozempic para su indicación principal —la diabetes—, y desaconsejan su prescripción para adelgazar salvo cuando sea médicamente justificado. Además, se han reforzado los controles en farmacias y centros de salud para evitar su uso indebido y mejorar la trazabilidad de las recetas.
Por otra parte, se han impulsado alternativas como Wegovy, también desarrollado por Novo Nordisk, que contiene semaglutida pero en una formulación específicamente autorizada para la pérdida de peso. No obstante, su disponibilidad es todavía limitada en muchos países europeos.
¿Qué deben hacer los pacientes?
Los especialistas recuerdan que quienes sufren diabetes tipo 2 no deben abandonar su tratamiento. Ante la falta de suministro, es esencial que consulten con su médico para valorar alternativas seguras y eficaces, sin recurrir a la automedicación ni a la compra por canales no autorizados.
Conclusión
El caso de Ozempic pone de relieve los riesgos de una medicalización masiva y no regulada, impulsada por redes sociales y demandas estéticas. Aunque el fármaco ha demostrado ser eficaz para la pérdida de peso, su uso inadecuado está generando consecuencias indeseadas para los pacientes que sí lo necesitan.
La solución pasa por una gestión más racional del medicamento, el control del mercado, la promoción de alternativas terapéuticas seguras y el refuerzo del mensaje sanitario: ningún fármaco debe usarse sin control médico, por popular que se vuelva en internet.